El equipo de Manolo Jiménez no terminar de levantar el vuela en competición ligera. Con la derrota de ayer en Valladolid el equipo nervionense sólo ha sumado una victoria lejos del Sánchez Pizjuán. En el partido de ayer ante el Real Valladolid se pudo ver a un Sevilla algo lento y sin fútbol de creación, las bandas estaban dormidas al igual que el centro del campo. Ni Keita ni el danés Poulsen se hicieron con el control de balón.
Las decisiones arbitrales también fueron determinantes. El colegiado Gónzalez Vázquez se ensañó con el equipo andaluz y expulsó a dos de sus jugadores, Luis Fabiano y Fazio, este segundo por doble amonestación. Tras el encuentro, Luis Fabiano se mostraba muy enfadado con el árbitro ya que según su punto de vista no había hecho nada, y comentó que "el Sevilla debe recurrir la tarjeta roja".
El juego mostrado por el conjunto nervionense fue muy espeso, muy lejos del que mostrara ante el Slavia de Praga el pasado miércoles. Parece que la motivación de los jugadores desaparece totalmente cuando entran en Liga y se enfrentan a rivales que son considerados inferiores. Este fue el caso de ayer.
Finalmente, el empate se recibió con los brazos abiertos, y más después de ver la dinámica del partido. Esto fue lo que aseguraron algunos de los jugadores sevillistas al terminar el encuentro. "Es un punto de oro. Porque hoy no hemos jugado bien", reconoció el italiano Enzo Maresca. En el mismo tono habló su compatriota Morgan de Sanctis: "Después de la segunda expulsión, hemos hecho todo lo que hemos podido para mantener la portería a cero y al menos conseguir un empate"
Es incomprensible, pero real. El haber dejado escapar los tres puntos en Valladolid dejaría a los de Jiménez con difíciles problemas para alcanzar los puestos Champions, a pesar de que aún quedan muchos partidos por delante.
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